Mi interés por la diseminación de la imagen comenzó con  Viviendas: habitar en el recuerdo, un libro de artista en el que las fotografías tomadas ese año se superponen a otras por medio de unos acetatos transparentes serigrafiados, generando su total una metaimagen con información visual confusa, que a su vez indaga sobre la complejidad del mundo cotidiano jugando con la idea de recuerdo y superposición. Invitaban al espectador a participar en la historia que se cuenta e identificarse con los dos personajes, representados por medio de la acumulación de puntos producidos al digitalizar dichas fotografías. Estas, analógicas en un principio, fueron pasadas a mapa de bytes, fragmentando la información que contenían en un primer momento.