En este proyecto se investigan los cruces conceptuales entre la identidad, el archivo y la imagen. Estos, inherentes a los dispositivos que nos acompañan diariamente, causan la superabundancia visual que se ha tornado una forma más de lenguaje.
Para enfrentar la problemática, se ha realizado un documento digital, que desvela una cartografía personal virtual. Manifiesta la intención de poseer una realidad cibernética, mientras plantea cuestiones al espectador sobre su extenso uso.
Partiendo de la idea de libro como un objeto complejo, se ha realizado un documento digital de formato vertical infinito. Este documento tiene el contenido diseminado por acciones para poder abordar todos los temas a tratar, de forma que se desvela una cartografía personal, que ha sido desorganizada y posteriormente agrupada a modo de relato visual. Manifiesta así la intención de poseer una realidad virtual, a la vez que plantear cuestiones al espectador sobre su uso prolongado y a dónde nos lleva esto.
Como puerta de acceso, el archivo digital presenta un QR. Lo que se busca así es generar una interacción desde la cámara del teléfono móvil, que abre una página web con el largo documento presentado de forma más interactiva. Un método para que, una vez más, el individuo encienda su dispositivo y se evada mientras su presencia permanece en la sala, en un medio que alude a la cotidianidad de los medios digitales.
Tanto en la página web como en el documento, se describen las acciones a realizar en un dispositivo, como respuesta a por qué estoy aquí, qué hago aquí.
Dónde estoy? En un espacio digital, deslizando, buscando, etc. Realidad organizada como si estuviera en carpetas, para facilitar la búsqueda de información. Estas acciones aparentemente se excluyen, pero son codependientes. Como en la teoría de la complejidad de Edgar Morin, una no se daría sin la búsqueda de que ocurriese la otra.